
Cuando estoy menstruando me siento conectada a los demás cuerpos menstruantes que habitamos el planeta tierra y que somos nada más y nada menos que algo más de la mitad de la población.
Cuando descubrí el significado del término sororidad algo cambió dentro de mí y me sentí más ligera. Había soltado parte del peso del mandato que hemos interiorizado acerca de la rivalidad entre nosotras pues la sororidad es la práctica de la solidaridad entre mujeres entendiendo que el sistema patriarcal en el que vivimos es muy dañino para nuestra salud.
Cuando compartimos entre mujeres la frase estoy menstruando hay un instante de conexión y entendimiento entre nosotras porque sabemos de lo que estamos hablando.
Cada una tiene su propio patrón de sangrado y su manera de sentir la menstruación dependiendo de cómo la vive, pero también es cierto que dejando a un lado lo propio e individual y pasando a lo colectivo, podemos conectarnos con una memoria antigua en la que las mujeres menstruaban juntas en las llamadas Carpas Rojas.
En este lugar se dedicaban a estar juntas, descansar, intercambiar sabidurías y experiencias y dejarse sentir lo que les apetecía hacer en ese momento de retiro. Cuando regresaban a la comunidad, todos les esperaban con mucha ilusión y preparando una fiesta pues sabían que venían a compartir las conclusiones a las que habían llegado que sin duda iban a ser beneficiosas para la vida comunitaria.
Estos tiempos han cambiado y ahora vivimos más desconectadas de nuestro poder cíclico, de la vida en comunidad y del efecto tan poderoso que tiene estar entre mujeres.
Cuando estoy menstruando y me permito estar conectada a mi cuerpo, mis necesidades y mi propio ritmo entro con más facilidad y apertura en tomas de conciencia que en otras fases del ciclo menstrual me cuesta alcanzar.
En la fase menstrual, el área cerebral relacionada con la intuición y creatividad está más presente y a veces podemos tener una ligera sensación de estar en “otra dimensión”
Esta dimensión es la que me permite entender que estamos conectadas y que cuando miro con ojos de sororidad puedo estar más relajada, dejarme caer, soltar el peso de la autoexigencia o la comparación y reconocerme amiga, hija, hermana, compañera… sin ponerme por encima o por debajo, simplemente siendo yo.
Sí, yo también menstrúo.
Y por ello no me siento ni más ni menos orgullosa porque menstruar no nos define como mujeres ni es condición indispensable para reconocernos cíclicas y cambiantes.
Menstruar es un hecho fisiológico pero también es cultural y político porque vivimos en un mundo en el que todavía existe el tabú de la menstruación y millones de niñas, adolescentes y mujeres sufren discriminación y violencia por el hecho de menstruar.
Yo también menstrúo. Y mi sangre menstrual me recuerda el poder de conectarnos con nuestro ciclo y también de la limpieza energética, física y emocional que supone la menstruación como oportunidad de renovación y aprendizaje.
Es cierto que no siempre fue así, que he vivido desconectada de mi cuerpo, de mi ciclo y de mi misma durante muchos años, que he contemplado la menstruación como un impedimento y que el proceso de reconciliarme con mi ciclo menstrual ha sido un camino lleno de idas y venidas.
Uno de estos hallazgos fue el de empezar a compartir cómo me sentía durante la menstruación con otras mujeres y empezar a entender que todas somos una y que también somos muchas versiones de nosotras mismas.
Todavía recuerdo esa primera vez en la que compartí mi experiencia menstrual y les conté a las demás: Sí, yo también estoy menstruando y sentí complicidad y miradas de comprensión.
Desde entonces lo practico cada vez con más frecuencia y siento que crear espacios para compartir lo que nos supone menstruar en esta sociedad es sanador y revolucionario.
Estos espacios van desde el patio del colegio, la barra de un bar, debajo de un árbol o a través de una llamada. Cualquier lugar vale mientras creemos ese espacio de sororidad seguro y acogedor en el que compartir las experiencias que nos atraviesan como cuerpos cíclicos, cambiantes y menstruantes.
¿Te animas a crear ese espacio con las mujeres que te rodean para hablar de menstruación a vuestras anchas?
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